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Nuestra Madre y Señora de la Piedad

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La sagrada y muy venerada Imagen de Nuestra Madre y Señora de la Piedad es una escultura anónima de candelero, tallada en madera de conífera, aunque sin identificar hasta la actualidad el tipo, en cabeza y manos y policromada al óleo; con brazos y muñecas articulados, pestañas postizas y ojos de cristal sin lágrimas, debido a su original concepción letífica. Las manos presentan los dedos estilizados y levemente flexionados. El candelero, independiente del cuerpo y unido a este mediante un perno central metálico extraíble, está compuesto de ocho listones que arrancan debajo de la cadera hasta una base ovalada. Su medida en altura es de 157 centímetros.

 

La encarnadura, de técnica oleosa pulimentada, es de tono rosáceo y ocre pálido en mejillas, ojos, cuello y manos; y ocre marfileño claro en el resto, que forman esa bella y exquisita policromía nacarada tan propia y característica. Su cráneo se encuentra pintada con colores de tierras y un poco de negro.

 

Según la ficha técnica emitida por el prestigioso restaurador D. Pedro Manzano Beltrán con motivo de la intervención que realizó sobre la venerada Imagen en 2008, al igual que ya lo hiciera también en 1988 D. José Rodríguez Rivero-Carrera, es una obra del último tercio del siglo XVI o principios del XVII de autor anónimo, de escuela sevillana y estilo barroco temprano, de excelente categoría artística.

 

Documentalmente, debido a los desgraciados y múltiples avatares sufridos tanto por el Archivo Parroquial así como el de nuestra propia Hermandad, con pérdida de Libros a los que en otros posteriores se hacen referencia, la primera noticia que poseemos de la existencia y culto de la sagrada Imagen es de un Memorial de Fiestas de 1637, donde ya se señala la Fiesta y procesión de la Virgen acompañando a la Santa Cruz el día 3 de mayo, Fiesta principal de la Hermandad. Igualmente se constata también la procesión de Semana Santa “el Jueves Santo en la noche”. Aunque su hechura de marcados rasgos arcaicos hablan por sí solos de una muy anterior fecha de ejecución de la misma, el primer dato documental existente más “descriptivo” lo obtenemos de un Inventario de Bienes fechado en 1690 que dice textualmente:

“Yten reconocióse la Imagen de Nuestra Señora de vestir con su Niño en los brazos, con un vestido y sus mangas de tela rosada antiguo y puntas de oro".

 

De las restauraciones documentadas que tengamos constancia, la de mayor envergadura es la realizada en 1721, dando "en data 329 reales de vellón que llevó el artífice por la composición de la Imagen de Nuestra Señora", colocándosele ojos de cristal y encarnándola nuevamente con el tono anacarado que conserva en la actualidad, observándose en zonas de lagunas y desgaste más de una capa de color anterior. Es de destacar que el Niño sigue conservando en la actualidad los ojos pintados. Esta restauración, además de los posibles deterioros ocasionados por el devenir del tiempo, quizás fuese aprovechada con el objetivo de “adaptarla” a su doble vertiente procesional: como Imagen “letífica” el 3 de mayo portando en su regazo al Divino Infante y “penitencial” acompañando al Crucificado de la Vera+Cruz “el Jueves Santo en la noche”.

 

En 1931 “no hubo Cofradía a causa de estar la venerada Imagen de Nuestra Señora de la Piedad en Sevilla para que la retocaran". Esta restauración fue debida al mal estado en que se encontraba el candelero de la Imagen. Esta intervención fue realizada por José Lafita y Díaz.

 

En 1988 fue restaurada por Don José Rodríguez Rivero-Carrera, realizándole nuevo candelero y fijación de los ensambles; y por Don Pedro Manzano Beltrán en 2008, consistiendo fundamentalmente en la fijación de la policromía debido al amplio e irregular cuarteado cristalizado en rostro y manos, así como reintegración de pequeñas lagunas debidas a los alfileres como consecuencia de las labores de vestir a la Imagen.

 

Es de destacar que, a pesar de las sucesivas restauraciones, la cabeza, rostro y manos de Nuestra Señora no han sido modificados y son sus rasgos originales de talla.

Estudio realizado por Romualdo de Gelo Fraile

Salve Regina

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