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Nuestro Voto y fervor inmaculista


La Hermandad de la Santa Vera+Cruz celebró en 2014 sus 500 años de antigüedad, de historia cultual y devocional. Desde sus remotos orígenes nuestros antepasados lograron mantener vivo el espíritu de fervor, piedad y devoción por nuestras muy veneradas Imágenes Titulares, y supieron coger el testigo y llevar el amor y veneración hacia Ellas hasta nuestros días. Amor y sentimiento intenso de nuestras hermanas y hermanos que durante más de cinco siglos han expresado hacia María, la Reina y Madre de los Cruceros, su veneración hacia quien nos ha guiado y acompañado siempre en los momentos difíciles. Fervor, entusiasmo y culto incondicional por Ella. Sentimiento de hermandad bajo una advocación: la de Madre y Señora de la Piedad.


A lo largo de la historia de la Hermandad, la devoción a la Santísima Virgen de la Piedad ha sido transmitida de padres y madres a hijos e hijas, de abuelas y abuelos a nietas y nietos, entre amigas y amigos, entre hermanas y hermanos, y sobre todo, de devotas y devotos que ansiaban pedirle, rezarle, darle culto, besar su mano y mostrarle su amor inquebrantable. Esta devoción está avalada y queda certificada a través de numerosos documentos y hechos históricos de los que dan fe el importante Archivo que conserva la propia Hermandad y otros fondos que se custodian en el AGAS del Palacio Arzobispal de Sevilla.


En la Sevilla de 1613, se debatía sobre la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de María. El 8 de septiembre, tras el sermón de la función de la Natividad de la Virgen, un fraile dominico del Convento de Regina Angelorum defendió que María «había sido concebida como ustedes y como yo, y como Martín Lutero». El escándalo en la ciudad fue enorme, los sevillanos se echan a la calle, organizando procesiones de desagravio, llevando entre sus insignias estandartes con la imagen de María (simpecados), fiestas y otros actos.


Las controversias entre maculistas e inmaculistas continuarán en España bastantes años más. Felipe IV apoyaba la causa inmaculista e instó al papado en reiteradas ocasiones para su declaración dogmática. Pero los sucesivos papas entre 1623 y 1655, Urbano VIII e Inocencio X, no eran muy proclives a las tesis inmaculistas y, si bien permitían la fiesta de la Concepción de la Virgen María, no dejaban usar el epíteto inmaculada.


Urbano VIII murió en 1644. En los últimos días de su pontificado, una decretal de la Congregación romana prohibió el uso escrito de la palabra "inmaculada" para describir la palabra "concepción", implicó un retroceso en la defensa de la doctrina.


Conocido esto hacia finales de 1646, fue airada la protesta de Sevilla, y la actitud de los maculistas regresó con ímpetu y volvieron a proliferar los escritos defendiendo las dos posturas enfrentadas, y con ellos las algaradas y los alborotos populares, enconando de nuevo la contienda, a la vez que se asistía, otra vez, a una etapa de renovado fervor concepcionista.


Cuando la noticia se conoció en Sevilla, fue divulgada beligerantemente por todas partes. El Cabildo catedralicio de la ciudad colgó una pintura de la Inmaculada Concepción de Murillo bajo una leyenda que decía "Concebida sin pecado".


Un nuevo desacato producido en la Corte en el año 1653, en contra del misterio de la Inmaculada Concepción, llevó otra vez a la ciudad a la celebración de fiestas y muestras de devoción. Sevilla arreció con más ímpetu en su creencia y defensa del Misterio, destacando la suntuosa procesión que se organizó hasta la Catedral hispalense por la Cofradía de la Concepción de Regina, a la que incorporó toda la nobleza de la ciudad, y asistieron otras corporaciones, con motivo del desacato cometido en la Corte al misterio de la Concepción de Nuestra Señora.


Es en este contexto histórico cuando la piedad y fervor mariano de nuestra antigua Hermandad le llevó el 2 de junio de 1653 a formular el Voto en defensa de la por entonces piadosa creencia de la Concepción Inmaculada de la Bienaventurada Madre de Dios para lo cual trasladó su Imagen al templo parroquial, donde “Hízose voto y díjose la Misa de la Concepción Purísima de Nuestra Señora y después de vísperas se volvió su Imagen al Hospital". ¡Timbre de gloria para nuestra muy mariana Hermandad!


Esta creencia se vio felizmente confirmada por la Sede Apostólica con la Bula Ineffabilis Deus y su Definición Dogmática el viernes, 8 de diciembre de 1854.


Sevilla entonces ardió en júbilo, y sus hermandades y corporaciones, hicieron fiestas en obsequio del Misterio, tan suntuosas que, su descripción en papeles de la época, lleva al ánimo verdadero sentimiento de piedad mariana.


No fue ajena a este magno acontecimiento nuestra muy mariana Hermandad, celebrando Misa de Acción de Gracia en honor de tan deseada definición dogmática exteriorizándolo desde entonces por el cambio de su tradicional “palio verde” por otro de inmaculista “color celeste” en su procesión de Festividad como da cuenta de ello el Inventario de 1869.


Tras la Proclamación dogmática de la Concepción Inmaculada, esta Hermandad, revitalizó más aún si cabe su acendrado marianismo. Los cultos a este Misterio inefable fueron en aumento, no dejando de celebrar gozosamente la Solemnidad de la Purísima, especialmente en las especiales conmemoraciones.


No en vano, en los cultos solemnes de la Santísima Virgen figura en lugar de honor la Bandera Concepcionista y, siguiendo la secular tradición de nuestra Hermandad, en su anual Protestación de fe, solemnemente declaramos y juramos:


“Y para honor de Jesucristo Nuestro Señor, para mayor gloria de la Siempre Virgen María, hacemos solemne voto y juramento, sujeto al magisterio de la Iglesia de sentir, creer y confesar que:

La Inmaculada Virgen María, Asunta a los Cielos, es la Reina de los Ángeles y de los hombres, de los Cielos y de la tierra.

Que es la Corredentora del linaje de Adán y la Medianera Universal en la dispensación de todas las gracias, estando dispuestos, si preciso fuera a derramar hasta la última gota de nuestra sangre, en defensa de estas nuestras creencias”


Aparte de otros eventos extraordinarios, esta Hermandad no ha dejado de celebrar solemnemente cuantos acontecimientos que la Iglesia Universal o Diocesana han convocado en honor y gloria de la Bienaventurada Madre de Dios y Señora nuestra. Así, en 1988 se celebraron cultos extraordinarios con motivo del Año Santo Jubilar Mariano. Durante los días 12 -14 de mayo tuvo lugar un solemne triduo en la Capilla. Luciendo Nuestra Señora al principio del presbiterio sobre unas parihuelas con ráfaga y vestida con los colores inmaculistas: saya blanca y manto celeste y la ráfaga de salida de Festividad, media luna a sus pies, el cetro de Reina en sus manos y la rica corona antigua.


El colofón de este solemne Triduo extraordinario lo puso el Coro de nuestra Hermandad al entonar la Salve que especialmente compuso para Nuestra Madre y Señora de la Piedad el profesor D. Salvador Juan Teodoro con letra de nuestro hermano D. José García López y que dice así:

Dios te salve, Reina de Piedad

Madre de luz y hermosura,

Dios te salve, amor y ternura.

De Albaida flor celestial,

tu divina gracia invocamos

con lágrimas de humildad

que nos libres del pecado

por tu infinita bondad

mostrándonos a tu Hijo.

Salve Madre de Piedad,

esperamos de tu clemencia,

Tú que eres amor sincero

apartes la mala espiga

de tus hijos los cruceros.

Danos tu fe y alegría

y llévanos a gozar

de tu bendita presencia

en la tierra celestial.


El domingo día 5 de mayo de 2013 tuvo lugar un gran acontecimiento ya que se llevó a cabo una Salida Extraordinaria en Rosario de la Aurora de Ntra. Madre y Sra. de la Piedad, para conmemorar el Año de la Fe, establecido por su Santidad Benedicto XVI, y el 25 Aniversario del Año Mariano.


Fervor mariano e inmaculista que, hoy como ayer, esta Hermandad proclama diciendo: ¡Bendita sea por siempre tu Santa, Pura e Inmaculada Concepción!

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