top of page

Resumen Histórico

La Hermandad de la Santa Vera+Cruz de Albaida tuvo en sus orígenes un carácter letífico y asistencial, administrando su propio Hospital "que es sostenido por la piedad de sus cofrades", siendo el cauce asociativo primordial a través del cual, junto al culto, se dispensaba la asistencia a los cofrades, fundamentalmente, y a cualquier otra persona necesitada ante la enfermedad y la muerte.

Nuestra Hermandad, como todas las antiguas de esta advocación de la Santa Vera+Cruz, antes de constituirse como hermandad de penitencia en los albores del siglo XVI y ordenar en sus Reglas la práctica de la misma en la noche del Jueves Santo, tenía como principal acto de culto y veneración a la Santa Cruz, cuya fiesta y celebración poseía eminentemente un marcado carácter glorioso y festivo, y casi desde sus orígenes, e inexorablemente vinculada a esta devoción crucera a la Santa Vera+Cruz, nuestra Hermandad rinde culto a la Santísima Virgen en su dulcísima advocación de Nuestra Madre y Señora de la Piedad, como así lo atestiguan los más antiguos documentos.

Hasta el momento desconocemos la fecha exacta de su fundación, debido al irreparable vacío documental que por deterioro, extravío y desidia de sus Libros y documentos desde antiguo se hacen notar y a pesar de los incesantes Autos que de esta forma previenen “… y ser necesario poner cobro a los títulos de pertenencia de las fincas y tributos de dicha Fábrica, sus libros y papeles y que éstos no padezcan el detrimento de romperse o perderse por andar en poder de los mayordomos de la Fábrica, que muchos de ellos suelen no saber leer y otros que con la desidia que tienen los dejan perder; sucediendo la misma desidia en los libros pertenecientes al cura, teniéndolos en su casa, cuyos efectos suelen ser perjudiciales y originarse varios inconvenientes. Para precaver éstos, mandó su Sría. Rvma. se hagan en dicha Iglesia dos alacenas que sirvan de archivos con los resguardos correspondientes: la una para los dichos libros y papeles de Fábrica pertenecientes a sus rentas y tributos, y la otra para los libros del dicho curato de bautismos, entierros y velaciones y hermandades y capellanías; que unos y otros estén con la guardia y custodia necesaria",

A pesar de este vacío, está plenamente documentada su existencia en el siglo XVI, como cita el recientemente fallecido don Antonio Herrera en la página 92 de su libro “Historia de la villa de Albaida del Aljarafe. Un primer acercamiento”, en el año de 1567, a través de un Censo mandado realizar por el Cabildo Catedralicio a los curas de Albaida Bartolomé Martín Bravo y Diego Medrano, tenemos noticias de la existencia de un hospital en nuestro pueblo. Aunque la fuente no cita atribución ni detalles del mismo, dada la finalidad con la que fue realizado el Censo a que aludimos, podemos asegurar que este Hospital pertenecía a la Hermandad de la Santa Vera+Cruz, como así lo atestigua expresamente el documento notarial firmado por el escribano Hernando de Zúñiga y fechado en 5 de febrero de 1576, ante el mismo cura Bartolomé Martín Bravo, anteriormente citado, donde textualmente se constata y nombra la existencia de este único hospital como “ospital de la vera+”.

Por otro lado, ya que hay constancia que en 1568 la hidalga y vecina de la Villa doña María Melgarejo, estableció una capellanía testamentaria dejando a dicha Hermandad posesiones de tierras y hacienda para que con los tributos percibidos de su administración se celebrase anualmente "Misa del Gallo" cantada la noche de Navidad. Hecho que constatan todos los Libros de Memorias y Colecturía de Misas, Capellanías y Hermandades del Archivo Parroquial de Albaida, citándola e incluyéndola explícitamente como obligación propia de la Hermandad de la Santa Vera+Cruz por unas mandas testamentarias que dejó la noble hidalga.

Y efectivamente, desde el primer Libro de Memorias y Colecturía de Misas que se conserva, aunque como hemos indicado debieron existir otros anteriores que se han perdido, se refleja desde 1643 los cultos que tenía obligación de celebrar la Hermandad. Textualmente dice así:

"Memorias y misas cantadas de la Cofradía de la Vera+Cruz desde que empecé a ser colector yo, el doctor Juan Damas, que fue desde el 6 de enero de 1643.

Tiene obligación esta Cofradía cada año a decir seis misas de memorias cantadas por las personas que les dejaron sus haciendas. Ytem por doña María Melgarejo, noche de Navidad, una Misa cantada del Gallo. Ytem más tiene obligación de hacer la fiesta de la Cruz en 3 de mayo".

 

Timbre de gloria y muestra del arraigo de la devoción mariana de nuestra Hermandad de la Santa Vera+Cruz, que siempre contempló a María junto a la Cruz del Señor, es muestra inequívoca que el 2 de junio de 1653 se obligase bajo voto a la defensa del dogma de la Pura, Limpia e Inmaculada Concepción de Nuestra Señora, para lo cual trasladó su Imagen al templo parroquial, donde "díjose la Misa de la Concepción Purísima de Nuestra Señora y después de vísperas se volvió su Imagen al Hospital", adelantándose así dos siglos a la definición dogmática de Roma de esta singular prerrogativa de la Santísima Virgen.

Igualmente, gracias a la suspicacia del entonces cura párroco don Sebastián José de Gálvez, a quien pertenece esta anotación que nos dejó escrita en unos folios sueltos que afortunadamente se conservan en el Archivo Parroquial, tenemos constancia que

 

"el 19 de abril de 1685, que fue Jueves Santo, por la noche hice la procesión de la Santa Vera+Cruz""el 2 de mayo dije la víspera de la Santa Cruz y el día siguiente la Misa con procesión y a la tarde vigilia por los hermanos de la Vera+Cruz y la misa cantada de réquiem el día siguiente", "Todo lo cual he puesto aquí porque he ido diferentes veces a la Villa de Olivares por el Libro de Colecturía y otros que están en poder del Notario Mayor y no me los han querido dar. Y para que en todo tiempo conste lo pongo aquí. Y las memorias que faltan por cumplir no las he cobrado. Fechado en Albaida en 23 de septiembre de 1685 años. Sebastián Joseph de Gálvez, Presbítero-Cura".

 

Afortunadamente poseemos una más extensa y detallada documentación desde finales del siglo XVII hasta la actualidad, siendo imposible resumir en este artículo siglos de constante e ininterrumpida vida de nuestra Hermandad.

Como ya se ha indicado, prácticamente desde sus orígenes y hasta la actualidad, nuestra Hermandad tiene una doble vertiente procesional: Estación de penitencia y Festividad de la Cruz. Son abundantes las noticias que tenemos a través de los Libros de Cuentas y Cabildos que se conservan sobre los inventarios de enseres, aderezos de las andas, pujas para llevar las mismas así como de las insignias.

 

Veamos algunos datos relevantes de ambos aspectos:

 

SEMANA SANTA

 

Desde la segunda mitad del siglo XV y fundamentalmente durante el primer tercio del siglo XVI, comienzan a fundarse las cofradías de la Santa Vera+Cruz, en la mayoría de los casos de la mano de los franciscanos. Estas Cofradías procesionaban en la noche del Jueves al Viernes Santo con una simple cruz o crucifijo, llevado por un clérigo, con gran número de hermanos disciplinándose. Eran procesiones serias, austeras, devotas y penitentes, sin lujo ni boato alguno, saliendo de sus capillas, ermitas u hospitales, se dirigían por caminos y veredas hasta el campo, donde generalmente había un humilladero con una Cruz. Los cofrades iban revestidos de una túnica de lienzo blanca, la cual dejaban caer hasta la cintura los disciplinantes. Al regreso a la ermita u hospital los "hermanos de sangre" se lavaban sus heridas con pócimas y ungüentos que previamente se habían preparado en unas calderas, palanganas o "bacías de lavar los hermanos", expresión que aparece en los textos.

Aunque, como ya se ha indicado, de esta fecha remota no existe documentación expresa, la Cofradía de la Santa Vera+Cruz de Albaida, hacía estación desde su Capilla del Hospital a un humilladero a las afuera de la Villa denominado la Cruz del Barrero, el cual cuidaba y adecentaba previamente cuando era menester, como por ejemplo se manifiesta en su Libro de Cuentas de 1726, destinando "noventa y un real y veinticinco maravedíes de vellón que gastó en ayudar a componer la Cruz del Barrero".

Desde finales del primer tercio del siglo XVI, junto al Crucifijo, y a imitación de las Cofradías de la Vera+Cruz de Toledo y Sevilla, como es general y centenaria tradición en las procesiones de Semana Santa en nuestra tierra, el cortejo procesional lo cerraba la Imagen de Nuestra Señora, en el caso concreto de nuestra antigua Hermandad, acompañando a la devotísima Imagen del crucificado de la Vera+Cruz.

Como ya hemos reiterado, desgraciadamente debido a la pérdida de los Libros más antiguos, los primeros datos documentales que poseemos sobre la Estación de penitencia proceden de los Libros parroquiales de Capellanía del siglo XVII donde reiteradamente y año tras año, salvo impedimentos esporádicos de diversa índole, el cura de turno firma y hace constar que: “el Jueves Santo en la noche hice la procesión de la Santa Vera+Cruz”.

 

Con el barroco, la Cofradía va perdiendo su austeridad y van apareciendo enseres y atributos que irán dando una nueva fisonomía a su salida procesional. Para poderse efectuar la salida procesional era requisito indispensable reunir en los días previos "a los oficiales y hermanos más antiguos de la Santa Vera+Cruz para tratar y conferir las cosas tocantes y que más convengan a dicha Cofradía y procesión del Jueves Santo en la noche". En este cabildo se le ordenaba al prioste que "aderece la Capilla del Hospital con la mayor decencia posible" y se nombraban los hermanos que previamente habían pujado el portar las Sagradas Imágenes. Igualmente, se le confería autorización para que "convide al señor cura a la procesión y al sochantre de dicha Iglesia para que asistan y también convide al padre predicador para que nos predique y exhorte a la devoción con que hemos de ir a dicha procesión".

Al anochecer del Jueves Santo los hermanos se reunían en la Capilla del Hospital, y tras saldar los contratiempos que pudiesen existir entre ellos y confesados y comulgados según ordenan las Reglas, se realizaba una pequeña procesión encaminada hacia la Iglesia Parroquial para visitar al Señor en el Monumento Eucarístico. Vuelta a la Capilla daba comienzo el ejercicio piadoso del Sermón de Pasión. Este Sermón era pronunciado por el predicador cuaresmal nombrado al efecto.

Concluido el Sermón de Pasión, principiaba la procesión de penitencia, la cual iba antecedida del muñidor y un hermano vestido de túnica haciendo sonar la trompeta anunciando el paso del cortejo. Seguían cuatro hermanos portando luces en sus hachas, situándose en medio la manguilla parroquial y los disciplinantes, hasta que fueron suprimidos en 1777. Le seguían dos diputados de gobierno con bastones en las manos y, a una cierta distancia, el estandarte llevado por otro hermano con túnica, tras el cual daba comienzo el cuerpo de hermandad, en el centro del cual se colocaba la Imagen del Santo Cristo acompañada por ocho hermanos de túnica y hachas que lo iluminaban. Acto seguido figuraba el simpecado portado por otro hermano de túnica acompañado de otros dos portando hachas en sus manos. Un reducido grupo de hermanos y el convite antecedían el paso de Nuestra Señora rodeada de ocho hermanos de luz y tras el cual figuraba el preste acompañado de diáconos y el sochantre interpretando el Miserere y el Stabat Mater.

Desde 1685 hasta 1707 realizó la Hermandad los cultos y procesiones que señalan sus Reglas. Fueron los años comprendidos entre 1708-10 cuando, según el Libro de Memorias correspondiente, no se realizaron procesiones "por falta de estipendios", aunque sí se celebraron los cultos y misas acostumbrados, incluida la solemne cantada del 3 de mayo.

 

El siglo XVIII, fue difícil. Albaida sufre un declive irrefrenable en su población y en su economía, e indudablemente, esto repercute en la Hermandad, a pesar de lo cual, éstas mantienen vivos sus fervores. A través del Libro de Cuentas de la Hermandad conocemos las fuentes de financiación de la misma. Fundamentalmente, ésta se abastecía de las cuotas de ingreso de los hermanos; del repartimiento anual de los mismos; de las pujas que se realizan por llevar las andas o pasos en las procesiones, portándolas quienes más ofreciesen; de las penas que debían abonar los hermanos por su falta de asistencia a los cultos y ceremonias fúnebres de los cofrades difuntos; de la administración o rentas que le producían diferentes casas, huertas, tierras y haciendas que les habían ido legando los hermanos en sus testamentos; además de la limosna que se obtenía de pedir los domingos, Jueves y Viernes Santos.

Se conservan seis Inventarios fechados entre 1720 y 1730, cuyos contenidos vienen a ser similares. Será en el año 1753 cuando, a través del cabildo celebrado el 15 de abril, tengamos noticias por primera vez "que lleven el paso del Santísimo Cristo: Francisco Cabezón, Antonio Cabezón y Diego y Antón Cotán". Es por tanto a partir de esta fecha cuando el Señor comenzaría a ser procesionado en andas, perdiéndose así la antiquísima costumbre de ser portado a hombros.

La organización de la procesión de penitencia corría a cargo del prioste que, en muchos casos, tenía que proveer lo más indispensable de su propia economía, aunque algunas veces la Cofradía se comprometiera a restituirle cuando fuera posible. Otras veces, de ninguna de las maneras posibles, se reunía lo necesario para poder realizarla, como ocurrió en los años 1745, 1747, 1749, 1751 y 1754 "por no tener caudal la Cofradía".

Son tiempos difíciles, que nos llevarán a una ausencia de celebraciones procesionales desde el año 1774 hasta 1783. Muy diversas razones motivaron estas circunstancias. En primer lugar la dura crisis social y económica que se vivía en esta época; promulgación de Reales Cédulas que limitaban cada vez más el procesionar de las Cofradías, culminando con la dictada por Carlos III obligando a las mismas a reformar sus Reglas y a pedir su aprobación al Real y Supremo Consejo de Castilla; la aberración y desconsideración que hacia ellas sentían los ilustrados y parte del clero; amén de las gravosas cargas e impuestos que soportaba por estas fechas la escasísima población de Albaida. A pesar de todas estas variopintas circunstancias, la Hermandad no había dejado de celebrar en ningún momento sus misas de obligación que tenía establecidas desde principios del XVII.

Será a partir de 1789 cuando de nuevo, con nuevas Reglas aprobadas, se reanuden las procesiones tanto de penitencia como de Festividad ininterrumpidamente hasta 1809. A pesar de todas estas variopintas circunstancias, la Hermandad no había dejado de celebrar en ningún momento sus misas de obligación que tenía establecidas desde principios del XVI.

 

En el siglo XIX podemos distinguir dos clarísimos y contrapuestos períodos. El primero, marcado por la decadencia generalizada, ocuparía la primera mitad del siglo. El segundo será a partir de los años cincuenta, alentados por las hermosas y solemnes ceremonias celebradas con ocasión de la proclamación dogmática de la Inmaculada Concepción en 1854, cuando la Hermandad salga de su letargo. A partir de esta fecha se establecerá un período de revitalización y auge de la Hermandad que continuará en marcada línea ascendente hasta nuestros días, siendo desde todo punto de vista elogioso el esfuerzo que realizaron nuestros cofrades antepasados para sobreponerse a tan negativas circunstancias, muestra fehaciente del fervor y espíritu que les animaba, no permitiendo que nuestra Hermandad se extinguiera, como lo hicieron la de San Sebastián y del Rosario de nuestra Villa, y muchísimas de la propia Ciudad y su Arzobispado a lo largo de este siglo.

Al menos desde el año 1859, se tiene constancia escrita de la celebración de los cultos de Quinario a las Sagradas Imágenes "todo lo solemne y celebrado que se pueda hacer", llegando a cobrar tal celebridad el mismo conforme avanza el siglo y el siguiente, que la Hermandad tenía como una de sus principales honras el que a él viniesen a ocupar la sagrada cátedra predicadores de fama y santidad como el venerable padre Tarín, jesuita; Fray Ambrosio de Valencina, capuchino; Fray Luis María Fernández Cala, carmelita; y Fray Claudio de Trigueros, capuchino.

La Hermandad parece que estaba decidida a recuperar su vitalidad, mostrándose ésta en el empeño de ordenar y enriquecer su patrimonio. Como dan fe de ello dos Inventarios fechados en 1858 y 1869 que nos dan noticias de los pasos y enseres de la Hermandad en estas fechas.

Otra muestra de ello, en el cabildo celebrado el 8 de septiembre de 1876 se dice que "el objeto era dar cuentas de la limosna que había percibido de los hermanos para comprar el manto, unas borlas y cordones de seda para Nuestra Señora, la Virgen de la Piedad. Y presentó la cuenta en esta forma con sus respectivos recibos: Manto con su forro, 948 reales; borlas y cordones de seda, 200 reales; limosna recibida de los hermanos, 1.025 reales; se le debe al Hermano mayor don José María García, 123 reales". Dos años después, en 1878, se estrenó para Nuestra Madre y Señora de la Piedad un nuevo paso, del cual no tenemos referencias documentales.

Sobre estas fechas se le debió realizar un nuevo paso al Santísimo Cristo de la Vera+Cruz en el que procesionó hasta el año 1917. No tenemos constancia escrita sobre el mismo, pero dado que sus respiraderos fueron utilizados para formar las gradas del altar de Quinario, podemos saber su estructura y características a través de documentación gráfica que se conserva. Era de madera pintada en color blanco y sobre ella lucía unos apliques de madera tallada y dorada. En el risco de corcho que formaba el calvario aparecían dos angelitos pasionarios sedentes portando, respectivamente, una escalera y un martillo, atributos pasionistas.

En 1896 se realizan unas importantes obras en la Capilla y sus dependencias. La obra duró 72 días, elogiándose repetidas veces en el texto la altruista y desinterasada colaboración de los hermanos en la construcción de la misma, no sólo aportando medios económicos sino, lo principal, su propio trabajo "y fue tanta la concurrencia de hermanos que se presentaron a ayudar, todos de gracia, que tuvo el maestro de la obra que decirles que se retiraran muchos de ellos". La cuenta de lo gastado en materiales, cal, canales, madera, losas, pinturas, cera y varios objetos que se compraron para la sacristía, ascendió a 6.072 reales, pues todo lo demás fue de gracia, o sea, de balde, calculándose su precio en 3.500 reales.

 

La configuración de la primitiva Capilla era de la siguiente forma: De planta rectangular dividida en dos naves por arcada de dos arcos de medio punto que descansaban sobre un pilar central y apoyándose sus extremos sobre pilastras adosadas a los muros. Estas dos naves tendrían como origen el estar destinadas cada una de ellas a las respectivas Hermandades de la Santa Vera+Cruz y de San Sebastián, cuya imagen desde sus orígenes permaneció en esta hasta 1880 en que el párroco D. Ambrosio Lorenzo-López se la lleva a la Iglesia Parroquial. La fachada tenía en su remate una bonita torre revestida de azulejos y en su vano una campana. La puerta principal se abría en el centro de la mitad izquierda de la fachada. La techumbre, a dos aguas, estaba revestida interiormente de madera. Su extensión vendría a ocupar la mitad de la actual Capilla, siendo el resto del terreno dependencias del Hospital.

Siete años después, el 17 de marzo de 1903, la primitiva Capilla "fue tirada a tierra y levantada con las limosnas de los hermanos de dicha Hermandad, aumentándosele de largo cuatro metros. Concluida la obra importó 1.400 duros, en este mismo Libro queda la cuenta unida". La cuenta es un diario de los jornales abonados, materiales empleados y portes de los mismos. Tras esta construcción de nueva planta, la Capilla se amplió hasta donde en la actualidad se inicia el presbiterio. Es de planta simple rectangular, cabecera plana, donde posteriormente se colocó un pequeño retablo de madera tallada situándose en él al Santísimo Cristo de la Vera+Cruz. Arriba del mismo, en una pequeña hornacina en que culminaba el retablo, se colocó la Santa Cruz. En el muro del lado del Evangelio se colocó un retablo donde se situó a Nuestra Madre y Señora de la Piedad, ya sin su Niño en los brazos pues desde este año de 1903, en que lo sacó por última vez en Festividad, (recuperada nuevamente esta entrañable y original iconografía en la Festividad de 2014), se colocó sobre una peana a los pies del Santo Cristo en el banco o mesa del retablo central, flanqueado por dos bellísimos ángeles mancebos. La fachada principal estaba rematada por una pequeña espadaña con un vano y campana, y en cuyo muro tenía una amplia puerta central.

En 1955 se amplía la Capilla con la zona del actual presbiterio y al año siguiente se estrena el retablo de los Sagrados Titulares. El 24 de febrero de 1969 se desploma el techo de la nave y es construida de nueva planta, bendiciéndose el 14 de septiembre de este mismo año. Otras reformas y embellecimiento se han sucedido en la misma hasta la actualidad. Además de las Sagradas Imágenes Titulares, en otros pequeños retablos figuran: San Antonio, obra de Cristóbal Ramos; Santa Lucía, que goza de honda veneración y devoción en toda la comarca; San Joaquín, magnífica talla anónima estofada y policromada; Inmaculada de vestir, atribuida a Cristóbal Ramos, denominada popular y cariñosamente "La Portalita", por servir en el Belén que se instala en Navidad; Niño de la Virgen, soberbia talla del siglo XVI, entronizado en un antiguo y exquisito retablo de talla barroca, y que en las grandes solemnidades luce tres potencias de oro macizo de ley así como otras valiosas preseas y un formidable ajuar, muestra de la mucha devoción que se le profesa; Santa Cruz, talla dorada del siglo XVI; San José, imagen decimonónica; y, por último, San Francisco, Santo vinculado estrechamente a las Hermandades de la Santa Vera+Cruz.

 

Siguiendo el precedente relato cronológico, el 29 de marzo de 1910 se propone la realización de un nuevo paso para Nuestra Señora de la Piedad, que lo realizará el señor Celestino Marín Ramos, de Sanlúcar la Mayor, en cuyo contrato se dice que sus características serán: "dos metros y cuarenta centímetros de largo por uno cuarenta de ancho, estilo barroco, con doce varas de palio, dos candelabros de tres luces para la delantera y catorce pies de guardabrisas, todo dorado con oro fino". Fue estrenado n la Semana Santa de 1912.

Siendo el paso de mayores proporciones que el anterior, el manto que tenía "con su muy buena y costeada guardilla bordada" le resultaba corto, por lo que se reunieron las hermanas y deciden realizar un nuevo manto y "con mucha animación disponen de dibujo en Sevilla, sacándolo la señora de don Juan Bautista Jimeno". Fue bordado en el corto espacio de diez meses por las hermanas Pascuala Delgado, María Pepa Delgado, Joaquina Delgado, Maravilla Gelo y Francisca Muñoz, siendo la primera de las citadas quien dirigió los trabajos. Se bordó en casa del mayordomo de la Hermandad don Manuel Gelo Carmona. Se estrenó en la Semana Santa de 1914, luciendo sobre terciopelo negro de Lyon el hermoso dibujo churrigueresco bordado en oro fino. Este manto es una de las joyas más espléndidas e importantes, debido a su incalculable valor artístico y emotivo, que posee el patrimonio de esta Hermandad. Esta obra ha sido restaurada por un grupo de hermanas y hermanos, reestrenándose en la Semana Santa de 1995. El antiguo manto citado que quedó pequeño es el que se le coloca a Nuestra Señora para los cultos de Quinario.

El año 1928 "entre fervorosas aclamaciones y el religioso entusiasmo de este pueblo salió la Cofradía, siendo digna de mencionar la hermosa candelería plateada que estrenó el paso de la Virgen".

 

Desde sus remotos orígenes la Cofradía hacía su estación de penitencia en la madrugada del Viernes Santo hasta que desde 1957 sale al amanecer de la mañana de dicho día.

En 1961 se estrena el actual paso del Señor obra de Antonio Vega y en 1972 el de la Santísima Virgen que será sustituido en 2003 por el actual, realizado en plata de ley obra de los Hermanos Delgado.

 

Sería interminable relatar los acontecimientos y enseres que desde principios del siglo XX hasta nuestros días han ido incrementando el patrimonio de esta Hermandad, por lo que, nos limitaremos a su simple enumeración:  palio de terciopelo verde profusamente bordado, diversos juegos de distintos colores de sayas y mantos bordados para Nuestra Señora; insignias procesionales ricamente bordadas; tres coronas, diadema, aureola de estrellas; dos lujosísima tocas de maya de oro profusamente bordada de lo mismo; diversas piezas de exquisita orfebrería: ángeles entrevarales, ángeles sobre peana, peana y respiraderos de plata de ley realizados por los Hermanos Delgado, candelabros de cola, relicario, juego de jarras, llamadores, candelería, diversos puñales de oro y plata, potencias de oro y plata del Señor, así como innumerables joyas y un largo etcétera que hacen del conjunto del paso de cofradía y del atavío de las veneradas Imágenes un verdadero conjunto artístico de extraordinaria belleza que muestran el fervor y profunda devoción que desde siglos profesan sus cofrades hacia el Rey del Cielo y la que es Emperatriz de los Cielos y Madre de los cruceros.

 

FESTIVIDAD

 

La Santa Cruz, de madera tallada y dorada, es la insignia más antigua que posee la Hermandad, cuya hechura data de principios del siglo XVI.

La Fiesta o Festividad de la Cruz se celebraba el 3 de mayo, Festividad de la Invención de la Santa Cruz, siendo desde sus orígenes la Fiesta principal de la Hermandad. El año 1811 la Festividad se celebró en septiembre, pasando a ser desde esta época el mes habitual de su celebración con motivo de la Festividad litúrgica de la Exaltación de la Santa Cruz el 14 de dicho mes, aunque actualmente, como perpetuo recuerdo de tan honda tradición crucera, la Hermandad continúa celebrando una solemne Misa cantada y Procesión de la misma el día 3 de mayo o su dominica más próxima en honor de la Santa Cruz y previo Triduo a Nuestra Madre y Señora de la Piedad.

Por la documentación existente, al menos desde finales del XVI esta fiesta tenía carácter eminentemente religioso, aunque con el tiempo se iría cargando de un carácter más festivo. Consistía: el día 2 de mayo por la tarde se celebraba solemne Vísperas cantadas según la liturgia canónica de la época. El día 3, Fiesta principal de la Hermandad, se cantaba la solemne Misa de la Santa Cruz y posteriormente se realizaba la procesión general por el lugar (pueblo), figurando en ella la Santa Cruz en sus andas y Nuestra Madre y Señora de la Piedad que procesionaba bajo “un palio verde con cuatro borlas de seda y cuatro campanillas de plata” “una corona de plata imperial, una media luna de plata de filigrana con cuatro piedras, tres encarnadas y una verde, y una joya de plata sobredorada de petillo”, “y saya y manto blanco y floreado” y ostentando a su Divino Infante entre sus manos, en el centro de su regazo, el cual calzaba “unas gebillas (zapatitos) de plata y su valor son dos de plata". El paso constaba de cuatro varas o varales, lo que denota su reducido tamaño, portándose exclusivamente la Imagen de la Virgen con su Niño, sin adornos de flores ni velas, siendo portado por cuatro hermanos que previamente lo pujaban. Destaquemos que Nuestra Señora procesionaba bajo palio, como era costumbre su uso en Imágenes y pasos de gloria desde al menos mediados del siglo XVII, y que posteriormente se generalizó en los de Semana Santa.

Esa misma tarde del 3 de mayo, se celebraba la Vigilia, que tenía un carácter austero, pues en ella se hacía memorial de los cofrades difuntos. Los actos concluían con la Misa de aniversario o de réquiem del día 4 y posterior procesión de responsos al cementerio. Este es el origen de la Misa que por los hermanos difuntos celebra nuestra Hermandad actualmente en el mes de noviembre de cada año.

De la inseparable vinculación en la celebración y procesión en la Festividad de la Santa Cruz con la Imagen de Nuestra Madre y Señora de la Piedad desde sus remotos orígenes son explícitas las continuas referencias documentales que se hacen en los Libros de Cuentas y Cabildos de la Hermandad.

Así, por ejemplo, en la cuenta de 1715 aparecen constatadas las pujas para portar las andas de la siguiente forma: "Mas se le hace cargo de 22 reales y medio que dieron de limosna por llevar la Imagen de Nuestra Señora. Mas se le hace cargo de 60 reales de vellón que dieron de limosna por llevar a la Santa Cruz el día de su Fiesta". Y más explícitamente en el año 1719 se dice: "Mas se le hace cargo de 7 reales y medio que dieron de limosna por llevar la Imagen de Nuestra Señora el día de la Cruz".

 

Como queda indicado anteriormente, desde comienzos del siglo XIX se celebra la Festividad generalmente en septiembre y será en este siglo cuando se introduzcan algunas interesantes novedades estéticas. Al menos desde mediados del siglo XIX, para la Festividad, Nuestra Señora procesionaba en un paso con palio celeste con 8 estrellas grandes blancas y 2 doradas (1869) sostenido por 6 varas y sus pies y perillas doradas. Nuestra Señora iba ataviada con saya y manto blanco. Llevaba sobre su pecho un aderezo dorado. Tres ramos de plata, uno para la mano de la Virgen y dos para las jarras. El Niño, vestido igual que la Señora para la Festividad, debía llevarlo sobre su brazo izquierdo y no en el centro de su regazo, como primitivamente lo hacía. El Divino Infante llevaba sobre sus sienes una corona de plata, que posteriormente se enajenó y se le hicieron tres potencias de plata (1869). Además, el Niño de la Virgen tenía tres vestidos comunes, dos pares de calzones, un par de enaguas blancas, un cíngulo para la Festividad (1869) y unos zapatos de plata (1869). Será en el año 1903 la última vez que Nuestra Señora procesionase con su Niño en los brazos, como lo hacía desde siglos en esta Festividad, hasta el año 2014 en que afortunadamente se ha vuelto a recuperar esta antigua y dulcísima iconografía.

 

Es en el siglo XX cuando la Festividad va adquiriendo, junto a su siempre marcada celebración religiosa, unos aditamentos festivos. Así, en 1917 y 1918 se celebra "con mucho gusto y entusiasmo, celebrándose una solemne misa y por la tarde salió procesionalmente la Virgen y la Santa Cruz. Las calles muy adornadas con muchos arcos, la Plaza así mismo adornada con muchas luces eléctricas y tres días de velada con la música del pueblo. Toda la hermandad muy contenta y satisfecha, tirándose muy buenos fuegos".

El primero de los citados años estrenó Nuestra Madre y Señora de la Piedad manto de terciopelo verde, saya de tisú de plata blanca bordada, y hermosa y elegantísima ráfaga y seis jarras de plata, dejando así de procesionar bajo palio como lo hacía desde antaño en su procesión de gloria. Se concluyó el 1 de agosto de 1925, luciéndolo Nuestra Madre y Señora de la Piedad en "una de las Festividades que con más lujo y entusiasmo se han celebrado", para la que vino el famoso Regimiento Granada. Este manto de Festividad ha sido pasado a nuevo terciopelo de Lyon de color verde. Los trabajos de pasado del bordado y confección han sido realizados por un grupo de hermanos y hermanas. Se reestrenó en la Festividad de 1996.

En 1930 "la Festividad de la Exaltación se celebró en el mes de mayo en lugar de septiembre. La Festividad duró tres días. Al recogerse la procesión hubo un verdadero desbordamiento de entusiasmo, pues este pueblo vibra y se conmueve hasta el hechizo ante la vista de sus veneradas Imágenes, que parecen que están incrustadas en lo más íntimo del corazón y en lo más hondo del alma de Albaida". No necesita más comentario el texto del Acta de dicho año.

"El día 14 de septiembre de 1935 amaneció espléndido y hermoso. A las cinco de la mañana llegó la Banda de Salteras que a los acordes de escogidas piezas hizo levantar al pueblo entero. Hubo una solemnísima Función en la Capilla. Por la tarde recorrió la Santísima Virgen de la Piedad las calles del pueblo, recibiendo, además de los frenéticos aplausos de sus hijos, una lluvia de rosas que una avioneta venida ex profeso de Sevilla, le arrojaba. Por la noche, espléndida iluminación embellecía la Plaza. Vino una compañía de teatro que con gran contento del pueblo representó la comedia "Soltero y solo en la vida" y el sainete "Sangre gorda". Un pianillo no dejó de tocar durante los tres días. El día 15 se representó "El proceso de Mary Dugan" y el 16 hubo cante flamenco interpretándolo "Perea" y otros muchos".

Será el año 1942 clave en los Anales de esta Hermandad: "La festividad de la Exaltación de la Santa Cruz revistió este año un esplendor inusitado. El día trece del actual, por la tarde, más de un centenar de jóvenes de la localidad y del vecino pueblo de Olivares, llevando a la grupa a distinguidas señoritas ataviadas con vistosos trajes de flamenca, montaban briosos caballos yendo en alegre Romería a la estación de ferrocarril a esperar a la Banda de música, cornetas y tambores de la Escuela Naval de San Fernando... Luego, se encaminaron hacia la Capilla y, Romería y Música, desfilaron ante Nuestra Señora la Virgen de la Piedad. Después de un breve descanso, estuvo tocando la Banda hasta muy avanzada la noche". Amaneció el día con el toque de diana floreada, le siguió una solemne Función principal donde la Capilla "parecía una catedral en pequeño". Por la tarde "sale triunfante Nuestra Señora de la Piedad ... el recorrido fue apoteósico... y al son de delirantes vítores y música entraba orgullosa de ser Madre de los Cruceros Nuestra Señora la Virgen de la Piedad". La fiesta continuó la noche de este día y el siguiente.

Es en la festividad de 1948 la primera vez que se constata el piadoso acto devocional del Besamanos a la Santísima Virgen de la Piedad, así como la ya tradicional Romería y ofrenda floral que "revistió este año caracteres de apoteosis. Las calles fueron engalanadas con los arcos y banderas de la Feria de Sevilla. El 13 por la tarde tuvo lugar la Romería, que después de entonarse solemne Salve en la puerta de la ermita (sic) se encaminó hacia la estación. La Santa Cruz fue colocada en artística carroza, dándole guardia infinidad de caballistas. La banda de música era la del tercio Sur de Infantería Marina de San Fernando. El desfile de la Romería ante la puerta de la Capilla fue emocionante. Los hombres vitoreaban a nuestra Madre, mientras las mujeres le arrojaban las mejores flores de sus casas. Mientras tanto, la Banda de música interpretaba marchas... El día 15 hubo otra solemne Función religiosa y por la tarde el Besamanos a la Santísima Virgen".

En el año 1951 se estrenó el actual paso repujado y plateado de Festividad realizado por el orfebre sevillano don Eduardo Seco Imbert. Para esta ocasión estrenó la Virgen una saya rosa y una toca.

 

Un antes y un después en la vida de la Hermandad lo marcará el año 1969. El 3 de septiembre de 1969, una vez concluidas las obras de la nueva Capilla tras el derrumbe de su techumbre el 24 de febrero del mismo año, se gira visita al Sr. Cardenal Arzobispo de Sevilla don José María Bueno Monreal quien "nos prometió su presencia el día 14, fecha de nuestra Festividad, y felicitó a la Hermandad por el ejemplo de abnegación y sacrificio que había dado". El 12 de septiembre se bendijeron las tres campanas que figurarían en la nueva espadaña con que culminaba la fachada principal de la nueva Capilla. El 13 de septiembre, después de 200 días de estancia en la Parroquia, volvían a su Capilla las Sagradas Imágenes titulares.

El 14 de septiembre, en la Función principal, S.E. Rvma. bendijo la nueva Capilla bajo la advocación de la Santa Vera+Cruz, actuando la Escolanía Virgen de los Reyes de Sevilla. Por la tarde se realizó la primera salida procesional de Nuestra Madre y Señora de la Piedad de su flamante Capilla.

 

Tras este gozoso acontecimiento la Hermandad tomará nuevo brío y, por ende, la celebración de la Festividad que, a partir de 1973 irá puliendo los diversos actos que la integran tal y como hoy en día la conocemos, a saber: Coronación de las Reinas Mayor e Infantil de la Festividad y Damas de su corte; Romería de la Santa Cruz; Diana floreada, Procesión de Gloria de Nuestra Madre y Señora de la Piedad, Cross popular; y Besamanos a la Excelsa Madre de los cruceros. Actos estos que se celebran desde el jueves al domingo más cercanos al 14 de septiembre, Festividad de la Exaltación de la Santa Cruz.

 

Y es que la secular devoción que profesa nuestra Hermandad a Nuestra Madre y Señora de la Piedad es consustancial a su génesis crucera, como lo ha celebrado con toda fastuosidad en el devenir de sus cinco siglos de historia en cuantos acontecimientos de la Iglesia Universal, Diocesana o Local tuvieran que ver con la Excelsa Madre de Dios, realizando actos de culto y procesiones extraordinarias conmemorativas. Sirvan como ejemplos más recientes los celebrados con motivo de la proclamación dogmática de la Asunción o el Año Jubilar Mariano en el que durante los días 12-14 de mayo de 1988 tuvo lugar un solemne triduo en la Capilla. Situada Nuestra Señora al principio del presbiterio sobre unas parihuelas con ráfaga y vestida con los colores inmaculistas: saya blanca y manto celeste. En la mañana del siguiente día se trasladó en piadoso Rosario la Imagen de la Virgen de la Piedad hasta la Iglesia Parroquial en andas, rememorando aquel lejano 2 de junio de 1653, siendo depositada en el altar mayor de la misma. Para esta ocasión estrenó un manto rosa bordado en seda natural en Villanueva del Ariscal. Tras una solemne función, volvió sobre las dos de la tarde a su Capilla, encontrándose las calles adornadas con arcos de flores y alfombradas de juncias, romero y álamos blancos.

 

CULTOS

En la actualidad, esta Hermandad celebra su estación de penitencia al amanecer del Viernes Santo y la Festividad de la Exaltación de la Santa Cruz en septiembre.

Sus cultos de Reglas son: Quinario al Santísimo Cristo de la Vera+Cruz, comenzando el Miércoles de Ceniza y concluyendo con el Besapiés el primer lunes de Cuaresma. En la primera dominica de mayo se celebra Función y procesión de la Santa Cruz; los días previos se realiza un solemne Triduo a Nuestra Madre y Señora de la Piedad. En la víspera a la dominica más cercana al 14 de septiembre se celebra la Función principal de Instituto y la tarde de ese mismo día devota procesión de Gloria de Nuestra Señora; al día siguiente, piadoso Besamanos a la venerada Imagen. El 21 de noviembre, solemne Misa en honor de la Virgen con motivo de su Fiesta litúrgica. En el mes de noviembre, Santa Misa de Réquiem por todos hermanos difuntos y dentro de los nueve días posteriores al fallecimiento de un hermano, la Hermandad, recogiendo una secular tradición y obligación de sus Reglas, ofrece una Misa de réquiem en sufragio por el descanso eterno de su alma. Solemne Misa a San Antonio y Santa Lucía, en sus respectivos días.

Además de estos cultos, como ya hemos señalado anteriormente, celebra solemne Misa en honor del Niño dentro de la octava de Navidad. Según sus Reglas, los últimos viernes de cada mes celebra Misa de Hermandad, y todos los sábados del año se reza el ejercicio de la Sabatina en honor y alabanza de la Virgen de la Piedad.

Todos los actos de culto de esta Hermandad concluyen con una Salve propia compuesta y dedicada para Nuestra Madre y Señora de la Piedad, cuya letra es del hermano José García López y la música de Salvador Juan Teodoro, estrenada con motivo de los cultos extraordinarios que esta Hermandad celebró del 12 al 15 de mayo de 1988, donde, tras un solemne Triduo en su Capilla, el 15 de mayo fue llevada procesionalmente en andas la Imagen de Nuestra Señora de la Piedad al templo parroquial, celebrándose una Solemne Función religiosa, tras la cual regresó a su Capilla, estrenando para la ocasión un bellísimo manto rosa bordado primorosamente en seda.

Estas son una breves pinceladas del acervo y devenir histórico de esta cinco veces centenaria Hermandad.

 

Romualdo de Gelo Fraile

bottom of page